Muebles vintage para TV y TVs retro: guía e ideas 2025 – Cómo acertar hoy – Salón más cálido, más carácter y tecnología bien integrada
Estamos en diciembre de 2025, en España, y los muebles vintage para televisión y las TVs retro de los 50 se han colado en salones modernos que hace nada eran solo paredes blancas y una pantalla flotando. Si quieres mezclar nostalgia real con tecnología actual sin montar un museo, la clave está en elegir bien mueble, tele y proporciones.
En muchos salones modernos, la búsqueda del equilibrio entre estética y funcionalidad empieza por elegir bien el corazón visual del espacio: el televisor. Y cuando hablo de televisor, hablo también de todo lo que lo rodea. Por eso, antes de entrar en maderas, patas de metal y nostalgia bien entendida, conviene mirar primero el abanico actual de opciones en TV, donde conviven pantallas ultrafinas, diseños que se disfrazan de cuadros y modelos que coquetean con la estética retro sin renunciar a la tecnología de hoy. Ese punto de partida —la pantalla que eliges— condiciona más de lo que parece el tipo de mueble vintage o retro que encajará en tu sala.

A partir de ahí empieza la parte bonita: descubrir cómo un televisor contemporáneo puede convivir con muebles de acacia o mango, con frentes tallados que parecen sacados de los 60, o incluso con aparatos retro restaurados. Y te aseguro que, cuando esa mezcla se hace con intención, el salón deja de ser un conjunto de piezas sueltas para convertirse en un escenario cálido, vivo, casi narrativo. Ese es justamente el viaje que abrimos aquí: cómo combinar pasado y presente sin estridencias, aprovechando lo mejor de cada época.
El día que entiendes que tu tele necesita un mueble con historia
Hay un momento en el que miras tu salón y ves lo siguiente: una tele flotando en la pared y debajo… nada. O un mueble gris genérico comprado deprisa. Y ahí es cuando te das cuenta de que lo que ves cada noche no tiene carácter, solo pulgadas.
A mí me pasó en una casa con una OLED espectacular. Imagen perfecta, sonido decente, pero el conjunto era tristón. Parecía la sala de espera de un despacho caro. En cuanto entró un mueble de acacia, con sus vetas marcadas, cajones pesados y patas de metal negro, todo cambió. La tele dejó de ser “la tele” para convertirse en parte de un rincón habitable.
“No quieres solo ver películas: quieres que el lugar donde las ves cuente algo de ti.”
Por eso los muebles TV vintage han vuelto con tanta fuerza: porque equilibran la frialdad de las pantallas planas con la calidez de la madera maciza, del metal trabajado, de los frentes tallados a mano. Y, de paso, apuestas por piezas que envejecen bien en vez de muebles de usar y tirar.
Acacia, mango y metal: el idioma secreto del mueble TV
Cuando alguien me dice “quiero un mueble TV con aire retro, pero que no parezca sacado de la casa de mis abuelos”, casi siempre acabamos hablando de tres materiales: acacia, mango y metal negro.
La acacia es la estrella silenciosa. Aguanta mejor de lo que parece la humedad, las vetas tienen personalidad sin necesidad de barnices histéricos y esos tonos miel que ves en muchos salones rústico-industriales no son casualidad. Imagina un mueble de unos 160 o 180 centímetros, de acacia maciza, con puertas a cada lado, un par de huecos abiertos en el centro y patas de acero negro mate. Encima, una tele de 55 o 65 pulgadas. De repente, la pantalla deja de estar “colgada” y empieza a “reposar”.
En tiendas españolas como Rústico Colonial o 1AV es habitual ver este tipo de piezas en rangos que, según tamaño y detalles, van desde unos 599 euros hasta algo más de mil. Cuando llevan tallas más complejas, cajones trabajados o estructuras metálicas más elaboradas, suben, pero el tacto y el peso justifican mucho el salto.

El mango juega en otra liga, más boho, más ecléctica. Es esa madera que, cuando la ves, da la sensación de que cada frente es una pequeña obra diferente: puertas desalineadas a propósito, relieves tallados a mano, contrastes suaves entre zonas más claras y más oscuras. Firmas como Giner y Colomer se han especializado en este tipo de mueble TV: piezas de 170 centímetros con puertas irregulares, detalles en bronce, rejillas de fibra natural y esa sensación de que no hay dos iguales. Los precios suelen moverse entre algo más de 600 y poco más de 1.100 euros, con versiones algo más “rebeldes” en madera recuperada y metal rondando los 500.
El metal pone la nota industrial y, sobre todo, la estructura. En muchos modelos, las patas de hierro negro, o los marcos que envuelven el mueble, no solo son un adorno: son lo que permite que un mueble de 200 centímetros aguante con calma una tele de 75 pulgadas y una barra de sonido. Y, visualmente, levantan el conjunto del suelo, dejan pasar la luz y hacen que la pieza, aún siendo grande, no se vea pesada.
“La madera da calor. El metal da firmeza. Juntos hacen que tu salón deje de ser un catálogo anónimo.”
Las marcas que están dando en la diana del estilo retro
Si te mueves por el mercado español, es fácil que te suenen ciertos nombres, aunque no los asocies aún a tu salón. Giner y Colomer, por ejemplo, se ha ganado su sitio precisamente por mezclar acacia y mango macizo con detalles que parecen sacados de un taller artesanal más que de una fábrica en serie.

Imagínate un mueble TV de 170 centímetros con seis cajones y dos huecos abiertos, referencia 6560: perfecto para quien acumula mandos, cables, fundas de juegos y no quiere ver nada. O un modelo con cuatro puertas de diseño irregular, referencia 1529, pensado para salones amplios donde el mueble no está pegado a la pared, sino que manda visualmente desde el fondo. Incluso hay versiones con iluminación LED integrada en acacia natural y negro que, cuando cae la noche, dibujan alrededor de la tele un halo sutil, casi teatral. La guinda: transporte y montaje incluidos. Pocas cosas hay más agradables que ver cómo cuatro personas entran, montan y se van, y tú solo tienes que decidir dónde va la consola.
1AV juega fuerte en el terreno rústico-industrial. Sus muebles TV de acacia combinada con hierro o acero negro no se andan con tonterías: diseños de 160 centímetros para salones medios, versiones de 200 centímetros para quienes tienen pared de sobra y teles de 65 a 85 pulgadas. Algunos modelos, como los de la serie NEO, superan los 60 kilos. No están pensados para moverlos todos los meses; están pensados para quedarse.
En la otra orilla, para bolsillos más contenidos, aparecen nombres como Portobello Street o Maisons du Monde. Aquí es fácil encontrar muebles TV con aspecto vintage y precios que arrancan en torno a 349 euros y rara vez superan los 450 en modelos básicos: maderas claras, frentes listonados, blanco envejecido, metal en pequeñas dosis. No siempre hablamos de madera maciza, pero permiten entrar en el juego sin dejar el sueldo de medio año en un solo frente.
Televisores con alma retro: cuando la pantalla también se viste
Hablemos de teles, porque un mueble precioso con una pantalla que parece un monitor de oficina tampoco ayuda. La gracia está en que tele y mueble se hablen.

Samsung lo ha entendido muy bien con su familia Lifestyle. The Frame es, literalmente, el televisor para quien no soporta ver un rectángulo negro apagado. En modo normal, es una tele QLED 4K con pantalla mate antirreflejos, disponible desde 43 hasta 85 pulgadas. Colgada en la pared, con esos marcos intercambiables en madera, blanco, negro o beige, parece un cuadro. Pero el truco llega cuando activas el Modo Arte: 2.500 obras en su Art Store, fotografías, ilustraciones… y, de repente, tu tele es una lámina más, colgada sobre un mueble vintage de acacia como si fuera parte de la galería. Además, con el cable casi invisible y la famosa One Connect Box escondida dentro del mueble, no ves ni un solo cable cruzando la pared. Los precios se mueven desde unos 688 euros en 43 pulgadas hasta cifras que superan las dos mil en tamaños grandes y versiones Pro. Lo único que no le perdonan algunos cinéfilos es la ausencia de Dolby Vision.
The Serif va por otra línea. Aquí el televisor no pretende pasar desapercibido. Al contrario: su perfil en “I”, diseñado por los hermanos Bouroullec, hace que se vea imponente desde cualquier ángulo. Puedes ponerla sobre un mueble de mango tallado o levantarla con sus patas desmontables. En 43 o 50 pulgadas, con QLED y pantalla mate, se siente casi como una escultura tecnológica plantada en medio del salón. No es barata, pero tampoco lo pretende: es diseño firmado con todas las letras.
The Sero, en cambio, juega otra liga: pantalla de 43 pulgadas que gira de horizontal a vertical con un gesto o un comando. Está pensada para quienes viven a base de contenido vertical: Instagram, TikTok, YouTube Shorts. Su base cilíndrica, que recuerda a ciertos diseños futuristas de los 60, la convierte en pieza curiosa incluso cuando está apagada. Eso sí, si no consumes contenido vertical a diario, la gracia se diluye.
En el otro bando tenemos a los LG OLED C1 y C2, que quizá no tienen envoltorios tan “artísticos”, pero ganan por goleada en calidad de imagen. Negros perfectos, contraste infinito, tiempos de respuesta ultrarrápidos y cuatro puertos HDMI 2.1 listos para consolas modernas y también para adaptadores de consolas retro. El C2, con su panel OLED EVO, da un punto de brillo extra frente al C1 y pesa bastante menos, lo que se agradece si decides colgarlo en la pared sobre un mueble de Giner y Colomer o 1AV. Y aquí sí hay Dolby Vision, así que si eres de apagar luces, subir volumen y olvidarte del mundo, la combinación de un buen mueble vintage y una OLED de estas es difícil de superar.
By Johnny Zuri
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Teles auténticamente vintage: Philco, CRT y la frontera entre uso y fetiche
Luego está el terreno de los románticos duros, los que miran fotos del Philco Predicta con la misma devoción que otros miran clásicos de Ferrari. Fabricado entre 1958 y 1960, ese televisor con pantalla en “pecera”, separada del cuerpo, y versiones con pantalla giratoria 360 grados, es el icono de la era espacial. Diseñado por Catherine Winkler, Richard Whipple y Severin Jonassen, hoy es más una pieza de museo que un aparato para ver la serie de moda.
Encontrar un Philco Predicta restaurado y funcional puede costarte entre lo que vale un móvil tope de gama y lo que vale un coche de segunda mano. Además, no esperes HDMI ni 4K: adaptadores, cables coaxiales, resoluciones discretas… Es un objeto que se compra con la cabeza sabiendo que el uso real será muy limitado. Queda espectacular sobre un mueble de madera oscura, eso sí. Pero para enlazar Netflix tendrás que usar otra tele.
Los CRT, especialmente los Toshiba, los Sony Trinitron, los Panasonic y Philips de los 90 y principios de los 2000, juegan otro partido: el de los gamers retro. Quien ha probado una NES, SNES o Sega Genesis en un buen CRT sabe que ahí la imagen tiene una textura especial: píxeles más suaves, scanlines que forman parte del diseño del juego, entrada casi sin retraso y pistolas de luz que funcionan tal como fueron pensadas. Un pequeño Toshiba MD9DL1 de 9 pulgadas puede convertirse en joya de escritorio. Un Trinitron de 29 pulgadas, en el tótem del salón.
El problema es físico: pesan una barbaridad y ocupan fondo, mucho fondo. Un CRT grande puede superar sobrado los 40 kilos. Eso significa que el mueble TV tiene que ser muy sólido y que moverlo no será una actividad cotidiana. A cambio, los precios, si te mueves por apps de segunda mano y foros especializados como SpineCard, siguen siendo bastante contenidos: muchas veces entre 50 y 150 euros, según estado y modelo.
“El CRT es como el vinilo: incómodo, pesado… y absolutamente delicioso para quien lo entiende.”
¿Cuál comprar en 2025 para tu salón moderno sin equivocarte?
Aquí es donde hay que dejar de mirar fotos y pensar un poco en cómo vives. Si tu prioridad es que el salón respire calidez, un mueble de acacia o mango con estructura de metal y un televisor tipo Samsung The Frame es un matrimonio muy bien avenido: madera natural abajo, “cuadro digital” arriba. Si eres más de cine y videojuegos y no te importa que la tele parezca tele, un LG OLED C2 sobre un mueble robusto de 1AV te dará una experiencia visual de otro nivel.
Si te gusta la estética retro hasta el extremo, puedes combinar un mueble de Giner y Colomer de mango tallado con un Samsung The Serif plantado encima, perfil en “I” incluido, y un pequeño CRT Toshiba en un lateral como guiño auténtico al gaming clásico. Es una mezcla que funciona sorprendentemente bien cuando se respeta una regla sencilla: pocas piezas, pero con mucha personalidad.
Las consolas retro modernas cierran el círculo. Una Anbernic RG40XX H conectada de vez en cuando a la tele por HDMI para revivir partidas de Game Boy; una RetroStick 30K escondida en uno de los huecos del mueble, con miles de juegos listos; o un UnoCart para mantener viva una Atari 2600 sobre un CRT rescatado. Nuestras salas del siglo XXI pueden tener madera de los 50, diseño de los 60, tecnología de 2025 y videojuegos de los 80 conviviendo sin drama.
Preguntas frecuentes
¿Los muebles de acacia para televisión son realmente duraderos?
Sí. La acacia tiene fama bien ganada de madera resistente. Soporta mejor de lo esperado la humedad diaria de una casa, no se marca con tanta facilidad y, con un mínimo de cuidado —limpieza suave y, en climas muy húmedos, algún sellador cada pocos años— puede acompañar varias mudanzas sin desmoronarse.
¿Puedo conectar una NES o SNES a un Samsung The Frame o a un LG OLED C2?
Puedes, pero no directamente. Las consolas retro envían señal analógica (RCA, euroconector), mientras que las teles modernas solo aceptan HDMI digital. Con un buen upscaler, como un RetroTINK, conviertes la señal y consigues que la imagen se vea limpia y sin dramas de compatibilidad, manteniendo el espíritu original del juego.
¿Un televisor OLED es buena idea con videojuegos retro por el tema del burn-in?
Lo es si juegas con algo de cabeza. Los modelos C1 y C2 incluyen protección contra imágenes fijas mediante pequeños desplazamientos de píxeles y refrescos automáticos del panel. Si no dejas menús estáticos durante horas y alternas juegos y contenidos, el riesgo de quemado notable es bajo para un uso doméstico normal.
¿Tiene sentido comprar un CRT ahora solo para decoración?
Si te enamora visualmente, puede tenerlo; si no, suele ser más problema que otra cosa. Pesan mucho, ocupan espacio y con los años pueden perder brillo o dar fallos. Como objeto decorativo, un Philco Predicta restaurado, por ejemplo, aporta más presencia estética. Un CRT grande, si no lo usas para jugar, acaba siendo un bloque aparatoso.
¿Dónde encuentro muebles vintage auténticos, no solo imitaciones actuales?
En mercadillos de antigüedades, rastros y tiendas de segunda mano especializadas. Allí todavía aparecen aparadores, muebles de TV reconvertidos y piezas de los 50, 60 y 70 con herrajes, traseras y señales de uso que delatan su edad real. En plataformas online de segunda mano también se ven, pero conviene pedir fotos de detalles para diferenciar lo auténtico de las reproducciones recientes.
¿El Modo Arte de Samsung The Frame consume mucha energía si lo dejo siempre encendido?
No, su consumo en Modo Arte es comparable al de una bombilla LED de baja potencia. Además, puedes activar sensores de movimiento o luminosidad para que el televisor baje intensidad o se apague si no detecta nadie en la sala, de modo que no tengas la sensación de estar “gastando luz por gusto”.
¿Qué combinación es más equilibrada para un salón moderno: mueble muy retro y tele discreta o al revés?
Funciona mejor que solo uno de los dos se lleve toda la atención. Un mueble potente de acacia o mango y un The Frame, que se camufla como cuadro, dan un conjunto elegante y fácil de vivir. Si optas por una tele muy llamativa, como The Serif, suele ir bien acompañarla de un mueble más sobrio, para que el espacio no parezca un decorado teatral permanente.
Y ahora te toca a ti mirar tu salón y hacerte la pregunta que de verdad importa: ¿quieres que parezca una tienda de electrónica, un piso cualquiera… o un lugar donde pasado y presente se sientan juntos en el sofá?