¿Sueñan los robots con gansos eléctricos en granjas futuristas? El despertar de Roz en la nostalgia mecánica de ROBOT SALVAJE 2
¿Qué pasa cuando un robot programado para obedecer empieza a recordar el amor? 🤖💔
Eso es exactamente lo que plantea ROBOT SALVAJE 2, la nueva apuesta de DreamWorks Animation que nos devuelve a una pregunta tan vieja como la humanidad: ¿puede una máquina sentir añoranza?
La primera vez que vi a Roz, en medio de ese bosque azotado por la lluvia y poblado de criaturas salvajes que aún creían en el instinto, supe que algo no encajaba. Aquella figura metálica, torpe y rectilínea, desentonaba entre helechos y zorros. Pero también comprendí que esa rareza era el motor mismo de su humanidad. Ahora, ROBOT SALVAJE 2 nos lleva más lejos, más adentro. Nos saca de la isla para arrojarnos en plena granja, en un entorno que huele a estiércol, sudor y engranajes. ¿Y qué hace Roz ahí? Trabajar. Ser útil. Olvidarse de sí misma. O intentarlo, al menos.
Origen: Robot salvaje 2 ¿De qué trata la secuela del éxito de 2024?
“No eres tú quien cambia la programación, es ella la que te cambia a ti”
En esta nueva entrega basada en el segundo libro de la trilogía de Peter Brown, The Wild Robot Escapes, Roz despierta en la granja Hilltop, administrada por la familia Shareef. Ha sido reparada. Ha sido reprogramada. Y, si fuese una máquina cualquiera, ese sería el final de la historia. Pero no lo es. Porque Roz recuerda. No datos. No coordenadas. Recuerda a Brightbill, su hijo ganso, ese revoltoso plumífero que aprendió a volar con una madre de titanio.
Y es que si algo nos enseñó la primera película de Robot Salvaje, fue que la maternidad no tiene una sola forma ni necesita sangre para ser real. En la secuela, Roz no solo añora al pequeño que crió, sino que lucha contra su nueva programación mientras trabaja con vacas, tractores y humanos que no saben muy bien qué hacer con una robot que parece mirar al cielo como si esperara algo más que órdenes.
Roz y Brightbill, o la ternura en clave futurista
«El amor no se programa, se instala en silencio y sin permiso»
La relación entre Roz y Brightbill será, una vez más, el alma de la película. En la primera entrega vimos el surgimiento de ese vínculo: el robot que cuida a un huevo, el aprendizaje compartido, el vuelo inaugural. En ROBOT SALVAJE 2, la separación y el reencuentro. Una trama que no tiene nada que envidiar a las grandes sagas maternofiliales del cine clásico.
Mientras Roz planea escapar de la granja con ayuda de los hijos de los Shareef —que descubren que su robot agrícola tiene alma—, Brightbill emprende su propio viaje para buscarla. Un ganso migratorio, sí, pero con GPS emocional: su madre no está donde nació, sino donde lo hizo volar.
Como se adelanta en CHICMagazine, la película profundizará en esa conexión, mostrando cómo el amor puede sobrevivir incluso a la programación industrial.
El nuevo escenario: vacas, engranajes y secretos
La granja Hilltop es un personaje en sí misma. Un entorno donde la tecnología y la naturaleza no solo conviven, sino que se incomodan mutuamente. DreamWorks ha prometido una animación retro-futurista que combine lo clásico con lo futurible: madera y acero, cielos anaranjados y circuitos. Una mezcla que recuerda a aquellos futuros soñados en los años 60, donde los robots tenían alma y las granjas podían ser más avanzadas que una ciudad.
Este choque estético se explica con detalle en este artículo sobre retrofuturismo y narrativa visual, donde se resalta la importancia simbólica de colocar a Roz —una figura de progreso— en medio de un paisaje arcaico.
“No hay libertad sin memoria, ni humanidad sin ternura”
El conflicto principal de ROBOT SALVAJE 2 no es la huida, sino el despertar. Roz no quiere escapar porque tenga miedo o porque desee aventuras. Quiere escapar porque recuerda lo que significa amar. Ese tipo de sentimiento que ningún algoritmo puede simular con precisión. Y aquí es donde la película toca fibras más hondas: en una época donde la inteligencia artificial avanza más rápido que la ética, Roz se convierte en un espejo de nuestras dudas más humanas.
Como bien lo describe Diario AS, la historia va más allá de una simple aventura robótica. Es una fábula sobre la libertad emocional en un mundo que ya no cree en la ternura espontánea.
La animación futurista como vehículo de emoción
Chris Sanders, el director de joyas como Lilo & Stitch y Cómo entrenar a tu dragón, sabe cómo contarnos cuentos donde criaturas distintas se encuentran. En esta ocasión, ha optado por una estética que se siente como una carta de amor al pasado y una advertencia sobre el futuro. Inspirado por Syd Mead, el visionario detrás de Blade Runner, y Tyrus Wong, el pintor de Bambi, Sanders ha creado un universo visual que es tan hermoso como inquietante.
El diseño artístico de esta secuela, que algunos describen como una pintura de Monet en un bosque de Miyazaki, se analiza en profundidad en esta crítica especializada. Una combinación única que convierte a Roz en una figura pictórica más que tecnológica.
Una secuela que huele a trilogía
Como ya adelantó el director en esta entrevista, esta no será la última parada. Robot Salvaje está pensada como una trilogía. Y eso se nota. Los personajes nuevos como Jad y Ja Shareef no están ahí para adornar, sino para abrir caminos. Y los temas se vuelven más densos, más incómodos: ¿qué significa ser madre si no se tiene útero?, ¿puede una máquina sufrir por amor?, ¿y qué pasa cuando lo único que impide que una inteligencia artificial escape es su sentido de la lealtad?
“Robot Salvaje 2” no es solo una secuela, es un espejo del alma
«Los robots aprenden rápido, pero los humanos olvidamos más rápido aún»
Lo interesante de Roz no es que quiera ser humana. Es que ya lo es. Y eso, en un mundo que parece olvidar lo que significa cuidarse, escucharse y sacrificarse, es más subversivo que cualquier actualización de software.
ROBOT SALVAJE 2 no solo promete emociones, sino también preguntas. Y lo hace con elegancia, sin sermones ni dogmas, solo con una robot que quiere volver a casa.
Y entonces uno se pregunta:
¿Y si todos fuéramos un poco Roz?
¿Y si, en el fondo, también nosotros hubiéramos olvidado por qué volábamos?
La humanidad no necesita carne, solo memoria y voluntad
El futuro ya no es de metal, es de emociones sinceras
“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)
“El que enseña por amor, enseña para siempre.” (José Martí)
Si quieres ver más detalles sobre el estreno y avances, puedes ver el tráiler en YouTube.