¿Es el END OF THE WORLD el nuevo Ziggy Stardust?

¿Es el END OF THE WORLD el nuevo Ziggy Stardust? El synth-pop retro de MILEY CYRUS es puro arte apocalíptico

El END OF THE WORLD nunca sonó tan elegante como en manos de Miley Cyrus. 💥 Esa frase se me quedó clavada al primer acorde, como si alguien hubiese sampleado el último suspiro del mundo y lo hubiera convertido en un loop hipnótico. La canción, producida por un escuadrón de genios de la producción experimental, no solo suena: se manifiesta. Es como si hubieran construido un puente invisible entre la nostalgia vintage y la vanguardia musical, y Miley caminara por él envuelta en neones, con los labios partidos y los ojos llenos de universos.

Cuando escuché «End of the World» por primera vez, sentí una especie de vértigo placentero. Ese tipo de sensación que te provoca mirar por la ventana de un tren mientras se desmorona el cielo. Es una canción, sí. Pero también es un lugar. Un sitio donde conviven sintetizadores analógicos, glitches digitales, glockenspiels, cuartetos de cuerda y un bajo de Pino Palladino que no toca: respira. Hay un momento, casi al final, en el que el sonido parece que se va a romper… pero no. Se abre. Se despliega. Como una flor que florece justo cuando nadie la mira.

«Es como bailar en el fin del mundo con un vestido de Mugler.»

Esa sería, quizás, una manera absurda pero precisa de describir lo que ha hecho Miley Cyrus aquí. Y no está sola. Porque si esto es el apocalipsis, está acompañada por un dream team con alma de alquimistas. Maxx Morando en la batería y los sintetizadores como si los golpeara con la adrenalina del primer amor. Jonathan Rado, que viene de Foxygen, metiendo mellotrones como si fueran suspiros. Y Shawn Everett, el arquitecto loco que grabó voces en iglesias abandonadas, distorsionó sonidos con procesadores de otro siglo y convirtió la voz de Miley en un espectro emocional que te abraza y te lanza al abismo al mismo tiempo.

La estética retro-futurista no es un simple adorno visual. Es una declaración. En el videoclip, dirigido por Panos Cosmatos, hay moda de archivo, colores neón, paisajes distópicos que parecen salidos de Blade Runner pero también de los sueños húmedos de un diseñador de los 80. Como si «Tron», «Mad Max» y una editorial de Vogue se hubieran tomado un ácido juntos.

“No es una canción, es un agujero de gusano hacia otra era”

Y es que hay algo casi mágico en cómo lo vintage y lo futurista se funden en este tema. No solo en el sonido, sino en el alma. La letra no grita el fin del mundo como si fuera un titular apocalíptico. No. Susurra. Propone una especie de resistencia íntima: «Hagamos como si no fuera el fin del mundo». Esa frase podría estar en un poema, en un grafiti, en la última carta que se deja en la almohada antes de desaparecer. Es una invitación a bailar entre ruinas, a amar como si no hubiera mañana, a hacer del colapso una fiesta elegante.

Y mientras todo eso pasa, Miley se transforma. Ya no es la chica Disney, ni la estrella del pop de hits radiables. Es un personaje que podría haber salido de una novela de ciencia ficción firmada por J.G. Ballard o un cómic de Moebius. Su voz, ahora más grave, más rota, más humana, es una declaración de intenciones. Lo ha dicho con sonidos, no con slogans. Se acabaron los manifiestos obvios. Esto es otra cosa. Esto es arte.

“La nostalgia es la nueva gasolina del pop”

Hay algo profundamente humano en volver al pasado para imaginar el futuro. Y «End of the World» lo sabe. Los arpegios ochenteros, las cajas de ritmo estilo Roland TR-808, los sintetizadores atmosféricos que podrían haber estado en la banda sonora de Stranger Things o en un arcade de 1986, se mezclan con un tratamiento vocal que suena a IA melancólica, a ecos de un futuro donde las máquinas también tienen recuerdos.

La colaboración con Alvvays le da ese aire de dream pop noventero que acaricia las canciones como un recuerdo de verano que ya no vuelve. Y Maxx Morando introduce el pulso punk, ese latido rebelde que hace que todo esto no sea solo bello, sino incómodo. Porque, sí, esto no es música para sentirse cómodo. Es para sentir. Punto.

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Miley y la elegancia del colapso

Me gusta pensar que Miley ha entendido algo que muchas estrellas pop todavía no ven: que el verdadero futuro está en mezclar lo imperfecto con lo eterno. Que la belleza no está en lo pulido, sino en lo roto. Que la producción más interesante no es la que suena cara, sino la que suena viva.

Y aquí, en este END OF THE WORLD, hay vida. Pero también hay muerte. Hay fantasmas del pasado, loops del presente, y ecos de un futuro que todavía no entendemos. Pero suena bien. Suena muy bien.

El álbum Something Beautiful, que se insinúa tras este sencillo como una promesa de caos estilizado, se plantea como una ópera pop, con referencias a Pink Floyd y una estética visual que mezcla el glamour de los 80 con el horror cósmico. Y sí, puede sonar exagerado, pero todo lo grande empieza por sonar imposible.

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

Este tipo de canciones no son para todos. No pretenden gustar. Pretenden quedarse. En la piel, en el oído, en la memoria. Son el tipo de piezas que, como los buenos perfumes o las películas que no entiendes la primera vez, necesitan tiempo. Y también silencio. Porque no se trata de entender, sino de sentir.

Así que sí: Miley Cyrus ha escrito el fin del mundo con sintetizadores, pero también con amor. Amor por el pasado, por la música como arte, por el riesgo, por la belleza imperfecta. Y eso, en tiempos de algoritmos y fórmulas, es un acto de libertad.

Y tú, ¿estás listo para bailar en el fin del mundo con ella?


«El synth-pop no ha muerto, ha mutado en una criatura hermosa y letal.»
«Miley Cyrus no canta el apocalipsis: lo dirige como si fuera una ópera glam.»
«La música del futuro no será perfecta, pero sí inolvidable.»

El apocalipsis como escenario estético y emocional

Synth-pop, nostalgia y vanguardia: una alianza inesperada

Cuando el colapso se convierte en arte sonoro y visual

¿Y si el END OF THE WORLD no fuera el final, sino el inicio de un nuevo tipo de pop?

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