¿Qué diablos es LAZARUS ANIME y por qué todos hablan de él? LAZARUS ANIME reprograma tu cerebro mientras te saca el alma
Desde que LAZARUS ANIME entró en el Top 10 de HBO Max como quien patea la puerta de un laboratorio secreto, supe que no estaba ante otro anime de “chico con poderes que sube de nivel matando bichos”. No, esto era otra cosa. Esto tenía dientes. LAZARUS ANIME no se presenta, ataca. Y lo hace con la precisión quirúrgica de alguien que ha visto el mundo arder más de una vez… y le ha gustado el fuego.
Todo en este anime grita “esto no es para cualquiera”, empezando por su padre creativo: Shinichirō Watanabe, el tipo que nos enseñó que el jazz podía sonar a pistolas espaciales en Cowboy Bebop y que la animación japonesa tenía permiso para fumar, sangrar y bailar. Ahora regresa con una historia ambientada en el año 2052, donde una droga milagrosa llamada Hapuna promete curarlo todo… hasta que empiezas a morirte. Así de simple. Así de jodido.
“Una cura que mata suena más real de lo que creemos”.
Pero LAZARUS no es solo ciencia ficción disfrazada de thriller. Es un poema distópico con los nudillos ensangrentados. Una ópera jazz futurista donde cada nota es una bala y cada pausa, un suspiro existencial. Es lo que pasa cuando juntas a un director de culto, un compositor de jazz cósmico y un coreógrafo de asesinatos como Chad Stahelski, y los dejas jugar en un tablero donde la animación retrofuturista y la tecnología distópica son las reglas del juego.
Música que quema como droga
Ver LAZARUS es como tomar un ácido auditivo: entras por los ojos, pero lo que se te queda grabado es la música. Kamasi Washington, Bonobo y Floating Points no hicieron una banda sonora, hicieron un ecosistema sonoro. Hay persecuciones donde el jazz te persigue, escenas de hackeo donde los beats glitch te electrocutan y momentos de pausa donde los sintetizadores te abrazan y te empujan al vacío.
Esta música no solo acompaña, define. El caos melódico que propone Washington convierte a cada escena de acción en una sinfonía. Los ritmos de Bonobo y Floating Points construyen atmósferas que parecen diseñadas por arquitectos de los sueños. Todo evoca el alma sonora de Cowboy Bebop, pero con la rabia de alguien que ya no quiere soñar, sino despertar en medio de la pesadilla.
“El jazz suena diferente cuando lo escuchas en un mundo que se está acabando”.
Drogas futuristas y control mental: lo real siempre fue más raro
La Hapuna es solo el principio. Un virus con forma de promesa. Una droga que no altera tu percepción sino tu futuro. Es inevitable no pensar en otras historias donde la química se convierte en tirano: Ultra Heaven, por ejemplo, nos lleva a un viaje de adicción y delirio tan estético como aterrador; Dorei-ku se mete con dispositivos que convierten el consentimiento en una ilusión; y Mononoke, aunque más místico, nos recuerda que las emociones humanas también pueden ser veneno si se administran en la dosis correcta.
Hay algo profundamente incómodo en estos relatos: no están tan lejos. En un mundo donde un fármaco puede dictarte la alegría o la calma, ¿quién necesita cadenas?
Estética retro y cyberpunk sin luces de neón
A diferencia del típico anime cyberpunk que parece una tienda de LED en Tokio, Lazarus se arriesga con algo distinto. Futuro sí, pero uno sucio. No hay tanto brillo como polvo. Relojes analógicos, coches sesenteros, IA con voz de abuela. Es un futuro que parece que ya se oxidó antes de llegar. Un anime 2052 que parece sacado de una novela gráfica olvidada de Moebius, con animación que respira gracias al sello de MAPPA, el estudio que ha entendido que la imperfección también es belleza.
Ahí está el verdadero poder de Lazarus: en mostrarte un futuro donde todo es más viejo de lo que debería, pero no por nostalgia, sino por resignación. Un futuro donde la humanidad sigue sin aprender nada, pero lo hace con estilo.
El alma de John Wick en un cuerpo de anime
Cuando supe que Chad Stahelski estaba involucrado en la serie, no me sorprendió que las escenas de acción tuvieran tanto peso. El hombre convirtió los tiroteos en coreografías y los lápices en armas mortales. En Lazarus, las peleas no son solo espectaculares: son físicas, contundentes, casi dolorosas. Se nota que fueron grabadas en live-action primero y luego adaptadas a animación, lo que les da una fluidez que deja en ridículo a muchos animes actuales.
Stahelski no solo trajo movimientos. Trajo filosofía. Cada golpe, cada disparo tiene sentido. Nada es gratuito. En un mundo donde los protagonistas de Solo Leveling pueden matar a cien enemigos sin despeinarse, Lazarus te recuerda que la muerte duele, pesa, marca. Y eso, en tiempos de entretenimiento ligero, es casi un acto de amor.
¿Por qué Lazarus le gana a Solo Leveling?
Aquí viene la pregunta que me hacen cada vez que recomiendo LAZARUS ANIME: “¿Está mejor que Solo Leveling?”. Y yo respondo: Solo Leveling es una hamburguesa jugosa que devoras en diez minutos. Lazarus es un vino raro, potente, que al principio no sabes si te gusta… pero luego no puedes dejar de pensar en él.
Donde Solo Leveling repite fórmulas y fantasías de poder adolescente, Lazarus construye un relato adulto, ético, lleno de contradicciones. No hay buenos absolutos. Solo humanos que intentan sobrevivir a lo que ellos mismos crearon. Y eso sí que nos duele. Porque se parece demasiado a nosotros.
“El futuro no necesita héroes, solo personas que no huyan de sí mismas”.
El futuro ya está aquí… y no pide permiso
No me sorprendería que dentro de unos años hablemos de Lazarus como hablamos ahora de Akira o Ghost in the Shell. Tiene esa mezcla perfecta de acción implacable y reflexión existencial. Ese sabor a desesperanza con guitarras eléctricas y satélites muertos. Ese retrato de la humanidad que no ha sabido manejar ni el dolor ni la cura.
Además, su éxito en plataformas como HBO Max no es casualidad. Es un síntoma. La gente está harta de lo mismo. Quiere historias que le pateen el estómago y luego le acaricien la cabeza. Quiere pensar, pero también quiere ver cómo alguien vuela por los aires con una granada en la boca y un saxofón de fondo.
Así que, si todavía no has visto LAZARUS ANIME, no lo hagas por la trama. Ni por el arte. Ni por la música. Hazlo por ti. Por la parte de ti que sospecha que el futuro no va a ser limpio, ni justo, ni brillante. Pero que, aun así, no puede dejar de mirar.
“Don’t fear the future. Fear not understanding it.” (Proverbio urbano del siglo XXI)
“El que mucho promete, mucho esconde.” (Refrán de abuela desconfiada)
¿Y tú, qué harías si la cura perfecta fuera tu sentencia de muerte?
¿Preferirías vivir enfermo… o morir salvado?