¿Puede el universo Marvel salvarse con una familia retro del espacio? FANTASTIC FOUR y el regreso más retrofuturista del cine de superhéroes
Desde que vi el arte promocional de “FANTASTIC FOUR: First Steps”, supe que el universo Marvel estaba a punto de estrellarse contra una cápsula del tiempo cósmica. 🚀✨ No porque algo se estuviera acabando, sino porque algo insólito estaba empezando. Y eso, créanme, es aún más interesante.
La estética retro-futurista, esa joya visual polvorienta de los años 60 que mezcla botones de colores chillones, cohetes de hojalata y tipografías que podrían anunciar una lavadora, ha sido resucitada por Marvel Studios con un descaro exquisito. Como si Stanley Kubrick hubiera despertado una mañana y en vez de dirigir “2001: Una Odisea del Espacio”, decidiera adaptar un cómic con Galactus y Silver Surfer bajo el brazo. Lo increíble es que funciona.
«No es solo una película de superhéroes, es una postal desde el futuro que imaginaba el pasado.«
«Galactus tiene hambre, pero también mucho estilo.«
Origen: Dark Horizons
La nostalgia se viste de ciencia y cohetes propulsores
Imaginen que Reed Richards y compañía hubieran sido los verdaderos héroes de la carrera espacial. Que antes de Armstrong y Aldrin, los nombres que sonaban en todas las radios con interferencias eran los de Sue, Ben, Johnny y el elástico genio Reed. Marvel nos propone exactamente eso: un universo donde la familia más disfuncional y entrañable de la ciencia ficción viaja al espacio no para hacer historia, sino para desencadenarla.
Matt Shakman, el director que ya nos dio la telenovela cósmica de “WandaVision”, toma ahora las riendas de esta odisea con lentes antiguos, cámaras de la era Kennedy y una visión clara: hacer que el cine de superhéroes vuelva a asombrar. No con CGI sin alma, sino con estilo, textura y narrativa.
Y es que esta película no ocurre en la Tierra-616 del canon Marvel. No hay cameos de Iron Man ni visitas de Nick Fury. Este es un universo alternativo. Una tierra suspendida en los años 60, con peinados imposibles, portadas pulp y un multiverso que huele a tubo catódico.
Galactus, el Nosferatu del espacio profundo
Aquí viene el plato fuerte. Galactus. Ralph Ineson, voz grave, porte imponente, mirada que podría evaporar galaxias. Su Galactus no es un gigante púrpura caricaturesco flotando entre nubes digitales. Es una figura mitológica salida del subconsciente colectivo, con aires de Nosferatu y presencia de deidad griega. Oscuro, elegante, inevitable.
Este Galactus no se ríe. No amenaza. Simplemente está. Como la muerte. Como el tiempo. Como los dioses del cine de Bergman.
Y no viene solo. Silver Surfer, interpretada por Julia Garner, es su heraldo. Su anunciadora. Su ángel de la destrucción con tabla plateada. El cambio de género le sienta como anillo cósmico al dedo. Distinta, fría, fascinante. Una presencia que corta la pantalla como una cuchilla cromada.
Galactus no quiere conquistar. Quiere devorar. Como en los cómics, su hambre es existencia. Y su presencia, un espejo oscuro de nosotros mismos. Porque, ¿no somos todos, en el fondo, un poco devoradores de mundos?
Como se detalla en este análisis del origen cósmico de Galactus, su mitología no nace del capricho, sino de una narrativa ancestral donde el fin del universo se convierte en renacimiento divino.
La familia, esa pequeña nave que flota en la oscuridad
Pero si algo sostiene esta odisea, no son los efectos, ni la amenaza cósmica, ni el arte promocional que ya querría Andy Warhol. Es la familia.
Pedro Pascal como Reed, más agotado que brillante, atrapado entre las ecuaciones y las emociones. Vanessa Kirby como una Sue Storm embarazada, poderosa y frágil a la vez. Joseph Quinn como Johnny, el hermano descarado, pero también el más inseguro. Y Ebon Moss-Bachrach como Ben Grimm, esa Mole con corazón de padre abandonado.
«No importa lo que nos pase, lo superaremos juntos. En familia.«
No es una frase hecha. Es el corazón narrativo. Las escenas en el Edificio Baxter no parecen salidas de una película de acción, sino de una sitcom de los años 60 con conflictos que queman. Reed llega tarde a la cena por salvar al mundo, Johnny se queja de ser invisible incluso sin poderes, y Ben… cocina con un robot mientras llora en secreto por su cuerpo perdido.
Sue Storm y el dilema cósmico del embarazo
¿Un embarazo en medio del fin del mundo? Sí. Y no es una nota de color. Es el centro del conflicto. Sue, además de manipular campos de fuerza, enfrenta una angustia que ni los rayos cósmicos pueden disipar: ¿Qué clase de hijo traerá al mundo? ¿Uno con poder para salvarlo… o para destruirlo?
Reed, científico hasta la médula, hace pruebas genéticas. Sue sueña futuros imposibles en animaciones estilo Saul Bass. El niño, aún no nacido, ya es un dilema ético, cósmico y familiar. La tecnología retro lo representa con tableros analógicos, luces intermitentes y pantallas circulares que escupen profecías pixeladas.
Y mientras tanto, Galactus avanza.
¿Retro, vintage o simplemente hermoso?
Todo lo que rodea esta película parece extraído de una caja fuerte olvidada en un laboratorio de la NASA. Arte promocional retrofuturista, colores vibrantes y texturas granuladas que evocan los días en que el futuro era una promesa brillante y no una notificación de actualización pendiente.
Como puede verse en este ejemplo de arte promocional, Marvel ha apostado por una identidad visual audaz que mezcla diseño gráfico clásico con iconografía cósmica, ofreciendo algo que es tanto evocador como totalmente nuevo.
Este no es el futuro. Es el futuro que imaginaban nuestros abuelos. Y eso, curiosamente, lo hace más creíble. Más humano. Más nuestro.
Snapple, Lego y la magia del objeto
¿Puede una botella de Snapple convertirse en arte conceptual? Marvel cree que sí. Las colaboraciones con marcas son muchas veces frívolas, pero aquí logran integrarse al universo narrativo con naturalidad. Las botellas vienen con etiquetas que parecen parte del vestuario del elenco. Los Funko Pops se ven más como figurines art déco que juguetes, y los sets de LEGO, aunque aún no confirmados, gritan desde el más allá de la nostalgia: “¡Háganme realidad!”.
«Una historia que comienza con una botella retro no puede ser tan mala.»
Influencias, espejos y una pregunta
No es casualidad que esta película beba de The Green Knight, con su estética onírica y sus dilemas morales. Ni que el nuevo Nosferatu de Eggers se cuele en la forma en que Galactus se mueve, observa, y no habla.
Los espejos, los planos simétricos, las habitaciones circulares. Todo apunta a un lenguaje cinematográfico más cercano a Tarkovsky que a Avengers. Y eso, en estos tiempos, es una bendición.
“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)
¿Es este el renacer del cine de superhéroes?
Quizás. O quizás solo sea una anomalía hermosa. Un proyecto tan anacrónico que termina siendo radicalmente actual. Mientras otras franquicias buscan desesperadamente no perder vigencia, FANTASTIC FOUR se planta con una máquina de escribir, un vaso de vidrio y una visión clara: el futuro se construye con las ruinas del pasado.
¿Será esta película un nuevo punto de partida para el universo Marvel? ¿O será solo un hermoso desvío antes del colapso?
Sea como sea, yo ya compré mi entrada para el primer cohete.
Y tú, ¿te atreverás a viajar al pasado del futuro?