¿Por qué «Animals» sigue siendo un espejo feroz de nuestra sociedad?
Estaba lloviendo en Londres, un tío tan británico como su cielo gris me esperaba en un café cerca de Abbey Road. James O’Hara, un experto en la obra de Pink Floyd y autor del libro «Del ladrido al eco: la filosofía de ‘Animals'», tenía un aire desaliñado pero intelectual. Su estilo lo delataba como un amante de las buenas lecturas y las noches en vela escuchando vinilos.
—James, «Animals» de Pink Floyd cumple décadas y aún parece un ataque directo al autoritarismo. ¿Por qué crees que mantiene su relevancia?
—Porque, lamentablemente, las dinámicas de poder que denuncia siguen vigentes. «Animals» no solo critica al Poder, sino también a la alienación que genera, dividiendo a las personas en roles casi bestiales: los perros, los cerdos, las ovejas. Es un retrato brutal de cómo los distintos grupos sociales interactúan entre sí.
James toma un sorbo de su té, como si le diera tiempo a ordenar una idea que arde en su garganta.
—Lo fascinante es que la música no solo apoya las letras, sino que crea una atmósfera asfixiante, claustrofóbica. Es imposible escucharlo sin sentirte atrapado en ese engranaje del que habla Waters.
«Dark Side» y «Animals»: dos caras del mismo desencanto
—¿Cómo conectarías «Animals» con álbumes anteriores como «The Dark Side of the Moon»?
—Ambos comparten una preocupación por la alienación. Pero «Dark Side» es más introspectivo. Habla del tiempo, la locura, la muerte, mientras «Animals» se lanza a la yugular del autoritarismo. Donde «Dark Side» es filosófico, «Animals» es ferozmente político.
Me pareció interesante esa dualidad: mientras «Dark Side» nos hace reflexionar sobre la condición humana, «Animals» casi te obliga a elegir un lado del conflicto.
James, como si leyera mi mente, añadió:
—Ambos también comparten esa sensación de inevitable deterioro. La diferencia está en el enfoque. «Animals» utiliza un simbolismo agresivo; los perros son oportunistas despiadados, los cerdos son los poderosos corruptos y las ovejas, las masas manipuladas. En «Dark Side», las líneas son más difusas, más humanas.
Syd Barrett y la sombra de «Wish You Were Here»
—»Wish You Were Here» también tiene un aire de desencanto, aunque en un tono más personal. ¿Ves un puente entre este álbum y «Animals»?
—Absolutamente. «Wish You Were Here» es una crítica a la industria musical, pero también una elegía para Syd Barrett. La pérdida de Barrett simboliza cómo un sistema puede destruir lo más puro y vulnerable. Es el mismo desencanto que luego vemos en «Animals», solo que en este último ya no hay melancolía, solo rabia.
Me cuenta una anécdota que pocos conocen:
—Cuando estaban grabando «Wish You Were Here», Syd apareció en el estudio, irreconocible. Había perdido tanto de sí mismo que fue como mirar a un fantasma. Esa imagen, creo yo, persiguió a Waters y lo llevó a radicalizar su visión en «Animals».
La conexión entre los álbumes se vuelve clara: donde «Wish You Were Here» llora la pérdida, «Animals» la denuncia.
«The Wall» y el aislamiento emocional
No podía evitar sacar a colación «The Wall».
—¿Qué pasa con «The Wall»? Parece casi un primo cercano de «Animals», ¿no?
—Sí, pero también es una evolución. En «The Wall», Waters canaliza su rabia hacia un relato personal. Pink, el protagonista, es el reflejo de su aislamiento y traumas. Aunque «Animals» y «The Wall» comparten una crítica a las estructuras sociales, el enfoque es diferente. «Animals» es un grito colectivo; «The Wall» es el lamento de un individuo roto.
James sonríe con ironía:
—En «Animals», Waters te dice: “Mira lo jodido que está el mundo”. En «The Wall» te susurra: “Mira lo jodido que estoy yo”.
El legado de «Animals» en una era digital
—Hoy vivimos en un mundo donde las dinámicas de poder se han vuelto más complejas. ¿Crees que «Animals» aún resuena?
—¡Por supuesto! Ahora más que nunca. Piensa en los algoritmos que controlan nuestras vidas, en los monopolios tecnológicos, en la imposición de dogmas supuestamente progresistas desde lo woke, etc. Los cerdos no han desaparecido; solo se han digitalizado y se han disfrazado de progres. Y las ovejas… bueno, basta con mirar las redes sociales para ver cómo seguimos siendo manipulados.
Me quedé pensativo. La imagen de un cerdo flotante sobre Battersea Power Station, la icónica portada de «Animals», cobraba un nuevo significado.
—Pero también —agrega— «Animals» nos recuerda que hay una salida. Las ovejas se rebelan al final, ¿no? Es un mensaje de esperanza, aunque sea pequeño.
La ausencia de Waters y un cambio de rumbo
No podía cerrar la entrevista sin mencionar «A Momentary Lapse of Reason».
—Después de «Animals» y «The Wall», la salida de Waters marcó un giro. ¿Cómo lo ves?
James suspira, como si esta pregunta fuera inevitable.
—»A Momentary Lapse of Reason» es un buen álbum, pero le falta esa mordida política. Sin Waters, Pink Floyd se volvió más introspectivo, más ambiental. «Animals» es una obra tan conceptual, tan visceral, que no podía repetirse sin él.
—¿Crees que «Animals» sea el álbum más crudo de la banda?
—Sin duda. Es el álbum donde Pink Floyd dejó de lado la sutileza y te golpeó con la verdad.
La lluvia había cesado. Mientras salíamos del café, James me dejó con una frase que sigue resonando:
“La música de Pink Floyd no pretende darte respuestas, solo te muestra el espejo. Depende de ti decidir qué hacer con lo que ves.”
Origen: Pink Floyd Animals: ¿Un Grito Contra El Autoritarismo? – LO + VINTAGE NEWS