¿Sueñan los RETRO COHETES con tocar la perfección? El arte AI que transforma el futuro con fuerza vintage
La magia de los RETRO COHETES está en los detalles, aunque a veces esos detalles se escapen a simple vista 😉. Me siento como un niño al borde de una enorme pista de hielo, esperando su turno para deslizarse bajo las luces: vibrante, nervioso, lleno de una energía inexplicable. Hace tiempo, mi vida era gris, rutinaria, mecánica. Pero este proyecto, este pequeño experimento artístico impulsado por inteligencia artificial, ha devuelto color y chispa a cada rincón de mis días.
El vídeo DOCKING SEQUENCE, que puedes ver aquí, no es solo un corto musical ni un ejercicio técnico: es un manifiesto. Una declaración de amor al género pulp, a la estética sci-fi vintage, a esos relatos donde las naves tienen personalidad, los motores rugen como bestias mitológicas y los humanos, pese a todo, siguen buscando algo parecido a la libertad. Porque sí, amigos, aunque la tecnología avance a pasos gigantescos, seguimos siendo criaturas que anhelan lo esencial: emoción, misión, sentido.
Pero también… es un desafío técnico monumental. Crear imágenes de retrocohetes disparando en direcciones opuestas no es algo que salga bien al primer intento. ¡Vaya si lo he comprobado! En mi anterior película, DYSON SPHERE COMPLETED, quedó claro: el empuje siempre quiere salir del extremo puntiagudo del cono, y si no sustituyes el “thrust” por “steam”, el efecto simplemente no cuaja. En esta nueva entrega, los retrocohetes aparecen a los 12, 50 y 85 segundos, y tal vez en otro instante que ya perdí de vista entre renderizados y mezclas.
“La perfección es solo una ilusión veloz”
Mientras orbitábamos la luna ficticia MOON-19, la nave MALACHITE se preparaba para remolcar a la maltrecha FROSTBITE hacia la base subterránea. Todo preparado para mi llegada: un cuarto para el personal de más alto rango, Diane esperándome con mis efectos personales, y esa especie de “vacaciones no planificadas” en la superficie. Lo admito: todo esto es una deliciosa excusa para sentirme otra vez dentro de una novela de Ray Bradbury, donde el polvo lunar sabe a nostalgia y cada circuito brilla con una promesa futurista.
Pero también… es un viaje emocional inesperado. Desde que me “descongelé” (metáfora perfecta para quien se ha liberado de una vida congelada en rutinas), he experimentado algo que creía perdido: la capacidad de maravillarme. Ya no es exactamente el escalofrío navideño que me recorría de niño, pero sí una versión adulta de ese cosquilleo, ese saber que algo especial está ocurriendo y tú estás en el centro del huracán.
El arte retro que nos empuja hacia adelante
La música no es un simple acompañamiento: “DREAM AWAY” de SUM WAVE, cortesía de Epidemic Sound, es el latido palpitante de este experimento visual. Cuando la escuchas mientras ves las imágenes, notas cómo el pasado y el futuro se dan la mano, como si el sonido de sintetizadores vintage y beats electrónicos dijeran: “No hemos olvidado de dónde venimos, pero tampoco sabemos muy bien hacia dónde vamos”.
Es curioso, porque justo mientras estaba sumergido en este proyecto, descubrí otra joya musical: “Alibi” de SPELLLING feat. Pat McCrory. Es un tema que habla de salir del otro lado de una relación tóxica, de ese momento en que la bruma se despeja y puedes reírte de lo absurdo. ¿No es eso lo que hacemos también con nuestras creaciones artísticas? Rompemos hechizos, desarmamos viejas creencias y nos lanzamos, vibrantes, hacia lo desconocido.
“El futuro es el único sitio donde podemos ser libres”
El reto eterno de la perfección mecánica
Parece mentira, pero más de un año llevo desarrollando este concepto de retrocohetes. Podría parecer una tontería técnica, pero quienes trabajan con imágenes generadas por AI saben que el diablo está en los detalles. Si no lo logras, la magia se rompe. Si lo logras… bueno, tampoco es que el espectador promedio lo note, pero para uno mismo, ¡vaya si se siente como una victoria!
Pero también… siempre aparece el próximo obstáculo. Ahora que más o menos he resuelto lo de los cohetes, surgen nuevas preguntas: ¿Cómo hacer que los materiales reflejen la luz de manera más orgánica? ¿Cómo lograr que las secuencias fluyan como si estuvieras soñando, y no como si estuvieras viendo un software trabajando? ¿Cómo, en definitiva, infundirle humanidad a lo artificial?
“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)
Y aquí estamos, entre cables, códigos y sueños, descubriendo que la verdadera obra de arte no está solo en la pantalla, sino en el proceso, en las manos manchadas de prueba y error, en las madrugadas de ajuste fino. Descubrí algo hermoso en este viaje: la piel gruesa que desarrollé para enfrentar críticas, pero también la ternura inesperada de hallar gente maravillosa a cada paso, compañeros de travesía que saben reconocer el esfuerzo detrás del resultado.
“Todo arte es un intento fallido de atrapar lo eterno”
Así que, querido lector, si ves DOCKING SEQUENCE, no lo mires solo como un videoclip más. Míralo como lo que realmente es: un homenaje al espíritu humano que no se rinde, una carta de amor a los sueños que nos empujan, un recordatorio de que incluso en el rincón más oscuro de la galaxia, seguimos siendo criaturas que anhelan belleza, reto, emoción.
¿Te has preguntado alguna vez qué es lo que te mantiene vibrante, despierto, emocionado? ¿Qué proyectos, por pequeños que parezcan, son los que te dan ese empujón para levantarte cada día y decir: “Sí, quiero seguir explorando”?