«The Brutalist»: ¿el futuro del cine o una mirada al pasado más austero?
Cuando el brutalismo arquitectónico se encuentra con el arte cinematográfico, el resultado puede ser tan imponente como un monolito de hormigón. Este diciembre, el director Brady Corbet lanza su más reciente obra, The Brutalist, una película que promete capturar no solo la esencia estética del movimiento arquitectónico que marcó la segunda mitad del siglo XX, sino también su simbolismo más profundo: la lucha, la resiliencia y el peso de la memoria histórica.
¿Qué es «The Brutalist» y por qué debería importarnos?
Desde el momento en que se anunció el proyecto, The Brutalist ha sido un tema de conversación en círculos cinematográficos y arquitectónicos. La película sigue la vida de László Toth, un arquitecto judío húngaro que, tras sobrevivir al Holocausto, emigra a Estados Unidos para reconstruir su vida. Adrien Brody, conocido por sus papeles intensos y llenos de matices, encarna al protagonista, mientras que Felicity Jones y un elenco de lujo (Guy Pearce, Joe Alwyn, Raffey Cassidy) completan esta ambiciosa producción.
Brady Corbet, el director, no es ajeno a narrativas complejas. Ya dejó su huella en The Childhood of a Leader y Vox Lux, explorando cómo los eventos históricos y culturales moldean a los individuos. Sin embargo, con The Brutalist, da un paso más allá al vincular el brutalismo arquitectónico con la narrativa cinematográfica. ¿El resultado? Una experiencia visual y emocional que promete no dejar indiferente a nadie.
¿Qué significa ser «brutalista» en el cine y la arquitectura?
El brutalismo, como término, no es solo un estilo arquitectónico; es una declaración de principios. Surgido en la década de 1950 en el Reino Unido, este movimiento buscaba rechazar la frivolidad decorativa, optando por la honestidad de los materiales y las formas funcionales. Estructuras masivas de hormigón expuesto, líneas geométricas simples y una estética despojada de ornamentos definen este estilo que divide opiniones: para algunos es belleza cruda, para otros, pura fealdad.
En el cine, el «brutalismo» se traduce en algo más que escenarios. Su influencia puede observarse en películas futuristas y distópicas, como Blade Runner 2049 o Gattaca, donde la arquitectura austera refuerza narrativas de alienación y lucha contra sistemas opresivos. Es como si estas construcciones hablaran por los personajes, reflejando sus conflictos internos y su resiliencia. En este sentido, The Brutalist no solo utiliza el brutalismo como telón de fondo, sino como un personaje en sí mismo.
Adrien Brody: el alma de László Toth
Si hay un actor capaz de canalizar el peso de la historia y las cicatrices emocionales, es Adrien Brody. Su interpretación de László Toth promete ser el corazón de la película, una actuación que combina fragilidad y fuerza. Brody, ganador del Oscar por The Pianist, tiene un talento especial para dar vida a personajes marcados por la tragedia. Aquí, interpreta a un hombre que no solo lucha por construir edificios, sino también por reconstruir su identidad en un mundo que parece rechazarlo a cada paso.
La relación de Brody con su personaje va más allá de lo actoral. Toth es un reflejo de los exiliados de la posguerra, aquellos que, como los arquitectos brutalistas en la vida real, intentaron dar forma a un nuevo mundo tras el caos. «El brutalismo es más que arquitectura», parece decirnos Brody con su interpretación; «es una metáfora de la resistencia humana.»
Brady Corbet y sus influencias: un tributo a los titanes del brutalismo
Brady Corbet no es un director que elija sus temas a la ligera. En The Brutalist, su guion, coescrito con Mona Fastvold, se inspira en figuras reales como Marcel Breuer, uno de los gigantes del brutalismo. Breuer, conocido por diseños como el Whitney Museum de Nueva York, encarnaba la dualidad de este movimiento: por un lado, la funcionalidad pura; por otro, una expresión de los ideales sociales de la época.
Corbet también se inspira en cineastas como Stanley Kubrick y Andrei Tarkovsky, quienes utilizaron la arquitectura como un medio para explorar temas filosóficos y existenciales. En The Brutalist, estas influencias se traducen en un lenguaje visual que es tanto un homenaje al brutalismo como una crítica de sus límites. Las estructuras imponentes no solo enmarcan la acción, sino que subrayan la lucha de Toth contra un sistema que parece tan inamovible como el hormigón mismo.
El brutalismo en el cine: ¿una moda o una constante?
El brutalismo ha encontrado en el cine un aliado natural. Su estética fría y monumental es perfecta para explorar distopías futuristas, pero también para contar historias más íntimas. The Brutalist se suma a una lista creciente de películas que aprovechan este estilo, desde las crudas historias de Children of Men hasta la opulencia minimalista de Ex Machina.
Pero, ¿es el brutalismo solo un recurso visual o algo más? En el caso de The Brutalist, parece ser ambas cosas. Mientras que las estructuras reflejan el estado emocional de Toth, también plantean preguntas más amplias sobre la humanidad: ¿Podemos encontrar belleza en lo austero? ¿Es la funcionalidad un enemigo de la emoción?
Un filme que promete marcar el futuro del cine de autor
En una era dominada por efectos digitales y narrativas prefabricadas, The Brutalist se perfila como una rara joya: una película que no teme desafiar a su audiencia. Con un guion que mezcla lo personal con lo histórico, una dirección visionaria y un elenco de primer nivel, esta obra tiene todas las herramientas para convertirse en un clásico moderno.
«El brutalismo no es solo una estética, es una declaración,» parece decirnos Corbet. Y con The Brutalist, esa declaración resuena con una fuerza que solo el arte, ya sea arquitectónico o cinematográfico, puede lograr.
¿Será esta película el inicio de una nueva era para el cine brutalista? ¿O simplemente un tributo nostálgico a un movimiento arquitectónico que marcó una época? Sea como sea, The Brutalist ya ha dejado su huella en el panorama cultural. ¡El brutalismo nunca había sido tan emocionante!