Benee sorprende con Ur An Angel I’m Just Particles y un vinilo angelical. Cinnamon abre el futuro íntimo y etéreo del nuevo álbum de Benee
Estamos en agosto de 2025 y BENEE acaba de encender una mecha que llevaba años escondida bajo la piel de su carrera. El anuncio de su segundo álbum, Ur An Angel I’m Just Particles, llega como esas noticias que parecen caer en el momento exacto, ni antes ni después, justo cuando uno empieza a preguntarse: ¿y ahora qué? El lanzamiento del single “Cinnamon”, acompañado por un videoclip de Keith Herron, funciona como carta de presentación y confesión abierta. Y lo hace con una estética pop etérea y vulnerable, que se siente a la vez dulce y desgarradora, como un abrazo dado en medio de un incendio.
Lo interesante es que BENEE no solo ha lanzado música, ha lanzado también un objeto de deseo. La edición física en CD y vinilo blanco angelical, confirmada en su tienda oficial, no es un simple detalle comercial: es casi un manifiesto. Ese vinilo “angel white” que se abre como un gatefold se convierte en la materialización de su universo sonoro. Una forma de decir: “esto no es streaming desechable, esto es algo que guardarás en tu estantería y tocarás con las manos”.
Origen: BENEE Announce New Album, Shares New Single ‘Cinnamon’
Cinnamon como confesión con aroma retro y luz futurista
La primera escucha de “Cinnamon” sorprende. No es un golpe de efecto pensado para reventar listas, sino un susurro en la frente del oyente. La canción arranca frágil, como si todo pudiera romperse en cualquier instante, y sin embargo se sostiene en un mantra: “seguiré siendo dulce como la canela aunque todo se derrumbe alrededor”. Esa frase encierra el corazón del tema: un código de resistencia emocional, envuelto en melodía.
El vídeo dirigido por Herron añade la capa visual: imágenes íntimas, montaje breve, respiración contenida. Es curioso cómo, en un tiempo de exceso audiovisual, BENEE apuesta por la brevedad casi cinematográfica, como si supiera que la atención no necesita minutos de sobra sino golpes precisos.
Y de repente, en medio del tema, entra un cello tocado por su amiga Sora. Ese detalle, lejos de ser decorativo, abre una grieta en el aire: el puente se vuelve más denso, más humano, casi físico. BENEE confesó que esa parte le arranca lágrimas al escucharla, porque le recuerda el caos de mudarse a Los Ángeles, sentirse perdida y, aun así, elegir la dulzura.
“El cello no adorna, sostiene el derrumbe”. Esa podría ser la lectura más clara de este puente.
Herencias y fantasmas: de Supalonely al vinilo angel white
No se puede hablar de BENEE sin recordar el golpe inesperado de “Supalonely”, ese himno involuntario que la catapultó al mapa mundial hace unos años. Con su primer álbum, Hey u x, instaló la etiqueta de autora pop sin miedo a mezclar lo melódico con lo excéntrico. Desde entonces, la expectativa por un regreso ha crecido como una sombra larga.
Lo fascinante de este nuevo paso es cómo juega con tres sensibilidades a la vez:
La retro, en los ganchos vocales que evocan un pop radiante, casi radio-friendly de otras décadas.
La futurista, en su forma de condensar el mensaje en microformatos digitales, perfectamente compartibles.
La vintage, en la curaduría de un vinilo blanco limitado, que parece diseñado tanto para sonar como para ser contemplado.
El contraste es deliberado: mientras los algoritmos dictan la fugacidad, ella entrega un objeto pensado para resistir el tiempo.
Estrategia calculada, pero con alma
Detrás de la narrativa hay un plan claro. Republic Records sabe que un disco no se lanza hoy como antes. Se construye en capas: primero el anuncio en medios, luego el single emocional, después la pieza visual y finalmente el producto físico que ancla al fan. En ese “embudo” de emociones y consumos, BENEE coloca su historia personal como cimiento.
Tres años de trabajo, según declara, desembocan en un álbum que no quiere ser un conjunto de singles dispersos, sino un universo propio. El vinilo con libreto de doce páginas confirma esa intención: cada detalle está pensado para contar. Incluso el límite de compra en la tienda oficial —cuatro por cliente— habla de estrategia: evitar reventas, cuidar al fan leal, darle valor al objeto.
“Lo íntimo también puede ser masivo si se cuenta con verdad”, parece decirnos la campaña.
El peso del cello: un puente entre lágrimas y catarsis
La parte más comentada de “Cinnamon” no son los versos ni el estribillo, sino ese instante en que entra el cello de Sora. Ahí ocurre algo curioso: la canción, que hasta entonces flotaba en lo etéreo, encuentra tierra firme. Es un recurso clásico de arquitectura pop, pero aquí se siente como un desahogo real.
El timbre grave, sostenido, abre una válvula de tensión y conduce al oyente al último estribillo con un brillo renovado. Lo que en teoría es un “puente” se convierte en catarsis contenida. Y BENEE lo sabe: ella misma ha dicho que ese fragmento es el que más la hace llorar.
Hay algo profundamente humano en ese gesto. No solo porque el instrumento es tocado por una amiga cercana, sino porque la textura orgánica del cello contrasta con las capas sintéticas que dominan la producción. Es como si en medio de la ingravidez digital alguien encendiera una vela y nos recordara que aún hay madera, cuerda y arco.
BENEE en 2025: entre la memoria y el futuro
El recorrido desde Hey u x hasta ahora revela a una artista que aprendió a convivir con su propio éxito. Ya no se trata de repetir fórmulas, sino de refinar un lenguaje. Republic Records le ofrece la infraestructura global, pero el tono íntimo es suyo. Ahí está la paradoja: un relato personal amplificado al mundo entero.
Medios como Rolling Stone AU/NZ recuerdan su herencia neozelandesa como un valor diferencial. Mientras tanto, canales oficiales como Republic Records detallan las ediciones físicas que sostienen la conversación. El círculo se cierra: crítica, artista, sello y fan coreografiados en un mismo compás.
Lo que falta por descubrir
Todavía quedan incógnitas abiertas. El tracklist definitivo no se ha publicado, aunque la tienda confirma doce temas. ¿Habrá hueco para canciones previas como “Sad Boiii” o “Animal”? ¿Se reservará alguna sorpresa para ediciones especiales? Tampoco está claro si habrá encuentros en vivo ligados al lanzamiento o si todo quedará en la esfera digital.
Esa incertidumbre, lejos de ser un problema, funciona como motor de expectativa. Porque si algo ha demostrado el pop en la última década es que la espera, bien gestionada, es parte del espectáculo.
“Cinnamon es un mantra disfrazado de canción pop”
El ritual de escuchar con cabeza y corazón
La coexistencia de streaming inmediato y vinilo blanco angelical abre un camino interesante. Escuchamos hoy en digital, pero coleccionamos mañana en físico. Y luego volvemos a escuchar, esta vez con libreto en mano, con letras impresas, con créditos que cuentan historias invisibles. Ese vaivén entre rapidez y pausa es, quizá, lo que define el consumo musical contemporáneo.
BENEE lo entiende y juega con ello. En un mundo donde todo se evapora, ella propone un álbum que se queda. Un álbum que se escucha como se huele una especia: intensa, dulce, persistente.
“El vinilo angel white es tanto un disco como un talismán”
Una pregunta para el futuro
El viaje apenas empieza. Si “Cinnamon” es la puerta, lo que viene detrás puede ser aún más complejo, más íntimo, más cinematográfico. BENEE se presenta como autora de un álbum que quiere ser recordado no por cifras, sino por emociones.
La incógnita es inevitable: ¿qué quedará resonando en nosotros cuando, dentro de unos años, volvamos a poner la aguja sobre ese vinilo blanco? ¿El eco del cello en el puente, la dulzura insistente del estribillo, o el simple gesto de haber apostado por un pop que todavía cree en la memoria?
Tal vez la respuesta sea todas a la vez. Tal vez, como la canela, quede impregnada en el aire aunque no podamos verla.