Para entender la cultura taurina: Conoce la Evolución de la tauromaquia desde sus inicios hasta la actualidad.
La arqueología nos ha demostrado que el toro era el animal sagrado de las civilizaciones prehelénicas, presente en la mitología con el famoso Minotauro y en el arte, como aparece en los frescos del palacio de Knossos. Pero desde entonces hasta hoy, en que te puedes encontrar buscando en internet entradas plaza de toros de las ventas para poder asistir a tu espectáculo favorito, han pasado muchas cosas…
Para escribir esto busco inspiración unos minutos en un fresco de una escena taurina en el Palacio de Knossos. Ahora la puedo encontrar fácilmente en pinterest, o sea, en la Red. Sin embargo, el nacimiento de la tauromaquia como arte se encuentra muy lejos en el tiempo, en la historia, precisamente en la cultura romana.
Al principio esto formaba parte de los espectáculos con gladiadores, fieras… pero con el emperador Constantino se suprimieron, aunque no en Hispania, que continuaron, dado el inmenso interés que despertaba en la población. Probablemente por que el toro español era mucho más bravo y violento. Quizás esto se deba a la aridez y sequía de los terrenos donde se cría dicho ganado.
Por tanto, la tauromaquia tiene su origen en los tiempos de la antigua Hispania romana. Como es de suponer, esta cultura influyó mucho en la aparición de la tauromaquia a través de sus exhibiciones en anfiteatros y circos.
La Edad Media supuso la consolidación de la tauromaquia
Por supuesto, hasta la Edad Media no podemos decir que la fiesta sentó sus bases como tal. Varios siglos después, la tauromaquia triunfó, sobre todo, en España, en el sur de Francia y en América. Fue una fiesta considerada fabulosa, gloriosa y heroica, y aceptada entonces sin discusión.
En un principio, la tauromaquia se practicaba no sólo a pie, sino también a caballo. Más tarde, esta figura a caballo evolucionaría hacia los picadores, que brillarán junto al torero en los tiempos modernos, entre colores como el rojo y el dorado, sin duda los colores del toreo.
Cada corrida era sinónimo de fiesta, de vacaciones, de placer. Palabras como sacrificio, sangre o muerte no cruzaban por la mente de nadie. La corrida era vista como un baile, un distinguido vals entre el toro y su adversario, el torero.
Aunque la tauromaquia tuvo mucho éxito en España y fue un símbolo nacional, hubo reyes que menospreciaron esta fiesta. Hubo monarcas que llegaron a odiar este espectáculo y trataron de eliminarlo. Incluso el Papa Pío V en el siglo XVI prohibió las corridas de toros porque, según él, eran contrarias a la compasión cristiana.
Los Reyes Católicos, por ejemplo, no lograron abolirla por completo, pero la cancelaron. La excusa fue que había una influencia árabe y querían borrar todo rastro musulmán de la cultura de Castilla y Aragón.
Julio César y la tauromaquia
En la obra ‘Tauromaquias Aragonesas’, de Alfonso Zapater, se señala ya que “el origen de la tauromaquia es incierto, y aunque no parece muy probable, otros historiadores atestiguan que la tauromaquia, en su versión inicial , surgiría en Grecia, pasando después a Roma”.
Zapater recoge en esta misma obra la idea de otros historiadores, que defienden que “el emperador Julio César le tomó afición a los toros e hizo algunas innovaciones para mejorar su práctica, en particular la introducción de la pica. Y es que en los circos romanos tenían lugar las veneraciones. Eran peleas de gladiadores, algunos de ellos especializados en lidia con toros. A su equipo habitual, formado por una espada y un escudo, parece que se le añadió una tela roja, que servía para distraer al animal, y que evolucionaría hasta convertirse en la capa que conocemos hoy.
Las primeras corridas de toros en España
El origen de la tauromaquia en España se remonta a las primeras corridas de toros que, según está documentado, datan del siglo XII. Son actividades que se han tomado con un aire festivo y lúdico. La primera corrida de toros documentada tuvo lugar en 1128, cuando se casaron Alfonso VII de Castilla y Berenguela de Barcelona. Tuvo lugar en la ciudad de Saldaña. La crónica de la época recoge: “… en que Alfonso VII se casa en Saldaña con doña Berenguela la hija del Conde de Barcelona, entre otras funciones también hubo corridas de toros”.
Las corridas, por entonces, requerían una completa organización en la que participaban un buen número de profesionales y empresas que constituían un complejo entramado de relaciones e intereses.