el arte de la prostitución en la historia de España

¿Que ven los clientes en la prostitución? ¿Somos conscientes que el arte de la prostitución ha sido parte de la historia?

Es una causa noble proteger a las mujeres y el honor de la familia, pero supongamos que estas cosas ya están pasadas de moda… ¿Lo están? ¿Se trata de una batalla perdida? La prostitución no solo cumple una función sexual, también lleva la semilla del arte partiendo de lo más secreto y pecaminoso del pensamiento occidental.

La sexualidad no es solo sexo, es política, es una estrategia de libertad, no se escapa de la filosofía, la arquitectura o el arte. Incluso cuando buscas putas de granada, de algún modo te estás relacionando con la historia del arte…

En una exposición de arte muy conocida por su actualidad, un transgénero de Barcelona, fue invitado como comisario de espacios públicos y argumentaba no muy a favor de los filósofos que sueñan con transformar la sociedad cambiando valores. Si la filosofía es una forma de vida, es posible que los filósofos catalanes del futuro nos hablen sin pudor sobre escorts, sexualidad y hasta de putas de lleida

Más allá de la reputación, hubo un momento en el siglo XIX en que lupanares y prostitutas inspiraron a artistas que superpoblaron París. Esto se refleja en una exposición en el Museo de Orsay. Pero no esto no enlaza el arte con una casa de putas granada. No, pero rizando el rizo podemos llegar a conseguirlo.

El trabajo de Cezzane en el Museo D’Orsay

En ese momento, no solo los burdeles, sino la prostitución se filtraba por todos los poros de la ciudad y se legalizaban incluso porque su práctica era vista como un mal necesario para apaciguar la ferocidad de las pasiones. Durante un tiempo, el Musée d’Orsay, en colaboración con el Museo Van Gogh de Amsterdam, ofrecía una mirada documentada y en profundidad a la exposición “Gloria y miseria. Prostitución 1850-1910”.

Es difícil pensar en un pintor de esa gran época del arte que, al salir del trabajo, no podía apartar la vista de estas prostitutas que podían encontrar lo mismo que una copa de vino en un café de la calle. Las mismas que jugaban a las cartas en un burdel hasta que llegaba el próximo cliente.

Las paredes de la casa cuidadosamente seleccionada de Orsay fueron realizadas por Paul Cézanne, Édouard Manet, Edgar Degas, Vincent Van Gogh, Frantisek Kupka, Edvard Munch y Pablo Picasso. Y, por supuesto, delante de todos está el nombre que salta como un resorte en cualquier viaje mental al París del siglo de Moulin Rouge y Folies Bergere: Henri de Toulouse-Lautrec.

Las prostitutas de Toulouse-Lautrec recuerdan a los comisarios de la exposición, no a “femmes fatales” o víctimas, sino a mujeres con una profesión que se fusiona con otra profesión de mayor renombre en su día. Por eso arrojan melancolía en el camino al trabajo, como el aburrimiento mientras matan el tiempo, o la concentración para intentar ganar algo de dinero y así saldar sus deudas con “madame”.

Tampoco es extraño que algunas de las obras del genio enano estuvieran colgadas como decoración en uno de sus lupanares favoritos, la calle Amboise de París. ¿Ves como no es descabellado pensar que también pudiera haber una obra de arte similar en un burdel de Girona, Jaén o Sevilla?

En ese momento, no solo los burdeles, sino la prostitución se filtraba por todos los poros de la ciudad y se legalizaban incluso porque su práctica era vista como un mal necesario para apaciguar la ferocidad de las pasiones del hombre. 

El nacimiento de la ‘robosexualidad’

La prostitución sintética está en auge en lugares como China y está empezando a ganar terreno en otras partes del mundo. Los burdeles llenos de estas muñecas se han extendido a megaciudades como Shanghai, Beijing, Chengdu y Tianjin. El diario ‘China News’ confirma que algunas de estas ciudades tienen decenas de estos lugares con clientes fieles.

Pero no es sólo China. El año pasado las exportaciones mundiales de estos sintéticos masculinos y femeninos, se están disparando, aumentando un 50% en la primera mitad de 2020. En la empresa Real Doll los fabricantes asumen que la pandemia ha motivado este aumento de la demanda, pero cada vez más personas aceptan esta “amistad sexual” como una parte más de su sexualidad.

No son solo hombres, también hay personas con una rica vida social que prefieren tener relaciones sexuales con estos hombres y mujeres sintéticos antes que tener una pareja humana. Incluso hay parejas que los combinan como juguete sexual. Es una industria que tendrá una facturación de más de $ 30.000 millones en 2021 y tendrá una facturación superior a los 52.000 millones en 2028. Este tsunami de rápido crecimiento ha hecho que muchos científicos y futuristas hablen sobre el nacimiento de la robosexualidad. 

La prostitución en la época de Cervantes

El 1 de enero de 2016 comenzaba el año de Cervantes, dedicado al cuarto centenario de la muerte del príncipe de los genios español, el escritor en lengua española más famoso de todos los tiempos. Y proliferaron por todas partes homenajes, lecturas y actos diversos dedicados a restaurar la figura y obra del Manco de Lepanto.

Aprovechando que el 22 de abril se celebraba el 400 aniversario de su muerte, pudimos recordar aquél año a algunos de los personajes de la mayor parte de la literatura de nuestro llamado Siglo de Oro, a menudo secundarios, a veces protagonistas: las prostitutas.

No hay ciudad en el mundo donde se puedan ver más prostitutas a cualquier hora del día que en Madrid. Las calles y paseos están llenos. Tienen total libertad en Madrid porque las damas casi nunca salen. Esto lo decía entonces Antoine de Brunel…

Siglo XVI.

Madrid es el lupanar más grande de Europa. Según el libro de Néstor Luján. La vida cotidiana en el Siglo de Oro español, en la calle, convive con muchos burdeles donde los hombres de la clase alta van a lucirse; o en la calle Luzón, que era más visitada por los comerciantes y turistas de la época.

Las aulas más concurridas tientan en la abarrotada Plaza del Alamillo, y los peores clientes, los más peligrosos, hacen lo propio en la Calle Primavera. Al menos tanto escándalo y tanto libertinaje acabó en la Segunda Guerra Mundial. Hasta que Felipe hizo que los alcaldes trasladaran gran parte de estos burdeles a los barrios más secretos de San Martín y San Juan.

Todo quedaba ordenado y las arcas del Imperio, donde nunca se pone el sol, se nutrían generosamente de esta profesión.

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